La historia del motociclismo es tan extensa y variopinta que nunca deja de sorprenderte. En este caso, hoy le toca el turno al pequeño barcelonés Miquel Simó y Sánchez, otro héroe olvidado en nuestra cultura motorista de palo. Tiene el honor de ser uno de los primeros fabricantes de motocicletas del siglo XX, un pionero que puso su apellido a los depósitos de una marca registrada en nuestro país. Además, su pasión por las dos ruedas le llevó a competir en varios Grandes Premios europeos (TT incluido) defendiendo los colores de la francesa Terrot como piloto de fábrica.
En 1936 Miguel Simó terminó su único TT de cinco participaciones (1935-1939) y fue el primer español en conseguir la codiciada réplica de bronce del mercurio alado (tiempo no superior al 10% del marcado por el ganador). Fue en la categoría Lightweight (250 cc) con una Terrot que llevó a la meta en 12ª posición a 64,55 km/h (103,86 km/h) de media. Sólo Fernando Aranda, contemporáneo de Simó en el TT de los ’30, llegó a rodar alguna vez entre los 12 primeros (Antonio Maeso, el último español en correr el TT, posee 11 estatuillas, todas logradas antes de su grave accidente en la edición 2013). Fuera de la Isla de Man, Miguel firmó un segundo en el GP de Montjuich, 3º en el GP de Bélgica y 2º en Assen en 1934 (primer año de su carrera deportiva). Un año después venció en la categoría 350 de la “montaña mágica”.
Pisar una estancia como la del Museo de la Moto de Barcelona siempre es respetable, pero observar la exquisita restauración realizada sobre la unidad de la moto Simó cedida por la propia familia del fallecido genio, no tiene precio. Además del prototipo monocilíndrico de velocidad, una vitrina alberga las botas, chaqueta, casco y protecciones que usó en el Tourist Trophy de la Isla de Man un fatídico 12 de junio de 1939:
“Mi inseparable Terrot funcionaba bien ese día y pensé que haría un buen tiempo, así que paré unos segundos a desinflar un poco los neumáticos debido a la lluvia. El piloto de delante de mí se cayó y, desgraciadamente, yo fui detrás. Después supe que la caída de aquel piloto dejó restos de aceite en la pista que con el agua de la lluvia no pude ver y me hizo estampar el poste de cemento. El casco me salvó la vida”.
Miquel sobrevivió al accidente que le mantuvo en una cama del Hospital de Douglas durante 4 meses. Vivió 71 años (1906-1977) pero los últimos 38 tuvo que ayudarse de muletas para poder andar.
Al margen del apartado deportivo, con 15 años y siendo estudiante en la Escuela Industrial de Barcelona, Simó fabricó su primera moto (la que está expuesta en el museo). Impulsada por un monocilíndrico de 2 tiempos y 148 cc ganó en el peraltado circuito de Terramar (Sitges) en 1924. También participó en la Vuelta a Cataluña del mismo año y en la famosa subida a la Rabassada. Tras encontrar el apoyo y los recursos económicos suficientes logró fabricar su primera moto de calle en 1927 y, después, obtuvo el beneplácito del general Primo de Ribera para fabricar 25 unidades más para el Gobierno:
“Leí en un periódico que existían subvenciones gubernamentales para las nuevas industrias y no dudé en plantarme en Madrid con mi moto. Después de hacerme volver una y otra vez, me encontré en el Ministerio de Guerra con el general Primo de Rivera, quien me encargó 25 unidades a 2.500 pesetas cada una. Así es como de 1929 a 1932 fui productor civil con los modelos de 148 y 250 cc".
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