Hace ahora diez años, un 10 de marzo de 2003, falleció por culpa de un cáncer que le atacó de manera fulminante. Se fue a los 52 años pero dejó un inmenso legado en la memoria colectiva, un legado que todavía pervive. Es difícil encontrar a algún aficionado que no sepa algo del piloto del número siete y el pato Donald en el casco AGV. Dos títulos mundiales de 500 cc, sin olvidar la Copa FIM 750 de 1973, y dos horribles caídas que casi le cuestan la vida son la cima y el foso de su trayectoria deportiva, una vida plagada de hazañas, alegrías y sinsabores.
El blanco y el negro siempre acompañaron su camino pero Sheene se sentía afortunado mientras no paraba de disputar carreras. Siempre con un pitillo en la boca, disfrutó a tope de los placeres de la vida, de sus pasiones y alcanzó su sueño, el de ser campeón del mundo, algo en lo que pensaba ya de niño, cuando su padre Frank, agente de Bultaco en Gran Bretaña, se encargaba también de las motos de mitos como el mismo Phil Read.
A veces es bueno recordar a los viejos héroes de carne y hueso porque Barry era de ese estilo. Cercano, simpático y lleno de vitalidad, su desenfadado sentido del humor le hizo granjearse una bien merecida fama de bromista y mujeriego, con una enorme personalidad que no dejaba a nadie indiferente. Los patrocinadores que llegaron al Mundial, tímidamente ya con Agostini y otros pilotos, vieron en Barry un reclamo publicitario inigualable, y así fue durante muchos años. Su carisma traspasó fronteras y modas.
Barry creció entre motos en su Londres natal y pronto despuntó en carreras nacionales con una Bultaco TSS. Algunos jóvenes aficionados no lo saben pero Sheene corrió en todas las categorías del Mundial, salvo en sidecares. Con nuestro Ángel Nieto luchó a brazo partido por un título de 125 cuya conclusión se orquestó en El Jarama, en 1971, en una épica jornada que muchos todavía recuerdan.
Un año después, corrió con Yamaha en las dos categorías intermedias sin demasiada fortuna. Con Suzuki, en 1973, corrió y ganó la primera Copa FIM de las peligrosas 750 de 2T, antes de eclosionar definitivamente con las Suzuki RG en la categoría de 500. Entre todos sus rivales debemos mencionar, sin duda alguna, al más duro que tuvo: el americano Kenny Roberts. Sus épicos duelos fueron lo mejor de finales de la década de los '70.
Un año después, corrió con Yamaha en las dos categorías intermedias sin demasiada fortuna. Con Suzuki, en 1973, corrió y ganó la primera Copa FIM de las peligrosas 750 de 2T, antes de eclosionar definitivamente con las Suzuki RG en la categoría de 500. Entre todos sus rivales debemos mencionar, sin duda alguna, al más duro que tuvo: el americano Kenny Roberts. Sus épicos duelos fueron lo mejor de finales de la década de los '70.
Después de los reinados de leyendas vivientes como Read y Agostini, a los cuales terminó batiendo, llegaron sus dos títulos de 1976 y 1977, no sin antes comenzar a sorprendernos sobreviviendo al fatídico accidente de Daytona, cuando su neumático trasero reventó a más de 160 mph: “Si hubiera sido un caballo, me hubieran rematado.” llegó a decir poco después. Fue una muestra de coraje. En pocos meses volvió a correr y ganó sus dos primeros GP's en 500 popularizando sus V's en forma de saludo victorioso, extendido como saludo hasta el día de hoy entre los motoristas de todo el mundo. Así comenzaba la leyenda.
Texto: Luis Fernández "Luigi"
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