Al igual que la pasta al dente, la nueva 848 está bien cocida, lo suficientemente firme como para que sea agradable de comer. No en vano, tiene la textura de una 1098 y el sabor de una supersport. Una moto ideal para los estómagos más racing.
Situado en la calle de boxes, 15 corceles blanco perla alineados en batería esperan a sus curtidos jinetes ronroneando a ralentí. Una bella estampa, sin duda. El sistema de escape 2-1-2 con silenciosos de acero provoca un sonido ronco muy aceptable, nada descafeinado teniendo en cuenta su catalizador Euro 3. Nada más subirme en la moto nº 1 (modestia aparte) noto un cambio importante respecto a la 749: su agresiva postura de conducción. El colín está muy alto y la inclinación ascendente de la parte trasera de la moto te empuja hacia el manillar como si te deslizases sobre un tobogán. La 749 era mucho más horizontal y, su postura, menos natural para circuito que el nuevo juguete italiano. Mis ojos se clavan en el sofisticado panel digital y la estructura frontal de magnesio.
El Circuito de Almería es muy técnico y exigente, por lo que inicialmente me lo tomo con tranquilidad para ir “apretando” a medida que se suceden las tandas. Nada más engranar la primera echo de menos el “cascabeleo” y el “taca-taca-taca” del embrague en seco tan característico en la marca (que se le va a hacer, los tiempos cambian). Afronto la recta de meta a fondo para cortar gas al final y entrar en la primera curva de derechas. Cada vez me encuentro más a gusto sobre la nueva 848 y me parece más civilizada y aprovechable de lo que imaginaba. A continuación, una de las curvas más delicadas del circuito, pues tras una pequeña subida hay un imponente cambio de rasante que te impide ver la superrápida curva de derechas en bajada que hay detrás. Me tiro por la cuesta sin pensármelo dos veces y la 848 responde al instante ante mis requerimientos. Esta moto es una de las más fáciles de conducir que he llevado últimamente.
Después, una interminable parabólica de izquierdas pone a prueba las dos “ventosas negras” que llevo debajo de mí, más conocidas como Pirelli Dragon Supercorsa Pro (montadas de serie, hacen que me plantee colocarme unas protecciones de titanio en los codos). El motor retiene bastante y la elasticidad del bicilíndrico hace muy divertido el hilar fino la trazada de la triple curva de derechas contraperaltada que viene después y que afrontas también completamente “ciego”. Responde sin problemas a cualquier régimen y en cualquier marcha, pero un piñón de 14 (como en la 749) le vendría de perlas. Sin necesidad de tocar la maneta de freno y jugando con los 96 Nm de par, le coges gustillo a eso de abrir-cortar como si estuvieses escurriendo una toalla... (continúa >)
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