La gente hace corrillo para mirarla, unos te preguntan y otros cuchichean sobre su matrícula austriaca. Los osados se hacen fotos con el móvil o te incitan a hacer “cosas feas” con ella. Haciéndose los longuis, salen más tarde de los semáforos con tal de verte el culito. A fin de cuentas, todos reconocemos un trabajo bien hecho.
La nueva KTM RC8 R llega para cerrar el grupo de las bicilíndricas europeas “pata-negra”, apostando por la espectacularidad en todos los sentidos. Tras una semana con ella, he de reconocer que es una pasada de moto (la Bimota DB7 me gusta más, la BMW HP2 Sport no va mal y la Ducati 1098 R es demasiado) y ya empiezo a padecer la peligrosa naranjitis (N. de la R. -dícese de aquella afección incurable que se caracteriza por la necesidad imperiosa de adquirir un modelo de la marca austriaca KTM, asumiendo que es la mejor del mundo. Normalmente, los síntomas son sudoración, babas y tics en la muñeca derecha-).
El futurista diseño de la carrocería negro mate me recuerda al fuselaje del caza invisible americano F-117 Nighthawk. Pasar desapercibido es imposible, sobre todo, por el jaleo que monta con el escape de serie (en la placa del número de chasis aparece grabada la jugosa cifra de 103 Db…). ¡No me quiero imaginar cómo debe tronar con el Akrapovic Evo4 de carreras! Nada más arrancar ya te despiertas, con un ralentí algo alto (a unas 1.500 rpm).
Mientras me abrocho el casco y me coloco los guantes, mi palotismo aumenta al pensar lo que tengo delante:
La nueva KTM RC8 R llega para cerrar el grupo de las bicilíndricas europeas “pata-negra”, apostando por la espectacularidad en todos los sentidos. Tras una semana con ella, he de reconocer que es una pasada de moto (la Bimota DB7 me gusta más, la BMW HP2 Sport no va mal y la Ducati 1098 R es demasiado) y ya empiezo a padecer la peligrosa naranjitis (N. de la R. -dícese de aquella afección incurable que se caracteriza por la necesidad imperiosa de adquirir un modelo de la marca austriaca KTM, asumiendo que es la mejor del mundo. Normalmente, los síntomas son sudoración, babas y tics en la muñeca derecha-).
El futurista diseño de la carrocería negro mate me recuerda al fuselaje del caza invisible americano F-117 Nighthawk. Pasar desapercibido es imposible, sobre todo, por el jaleo que monta con el escape de serie (en la placa del número de chasis aparece grabada la jugosa cifra de 103 Db…). ¡No me quiero imaginar cómo debe tronar con el Akrapovic Evo4 de carreras! Nada más arrancar ya te despiertas, con un ralentí algo alto (a unas 1.500 rpm).
Mientras me abrocho el casco y me coloco los guantes, mi palotismo aumenta al pensar lo que tengo delante:
170 CV (a 10.250 rpm) y 123 Nm de par (a 8.000 rpm), suspensión integral WP compuesta de horquilla invertida de 43 mm y tratamiento antifricción TiAlNi (Titanium Aluminium Nitride), amortiguador trasero multiajustable (precarga, extensión y compresión –alta y baja velocidad-) y amortiguador de dirección (regulable en 32 puntos), llantas de aluminio forjado Marchesini, pinzas de freno Brembo radiales, guardabarros delantero de fibra de carbono, embrague hidráulico Magura, chasis multitubular de acero al cromo-molibdeno de 7,5 kg con subchasis de aluminio regulable en altura (dispone de dos orificios de atornillado al chasis con un margen de 12 mm), embrague antirrebote, neumáticos Pirelli Diablo Supercorsa SP, anclajes para el caballete, instrumentación digital multifunción... Además de cuentavueltas, velocímetro, reloj y temperatura del líquido refrigerante, accionando el doble botón Mode/Lap (los manejas con el dedo índice y pulgar respectivamente en la piña izquierda) accedes al menú Road (cuentakilómetros total, doble parcial, velocidad media, autonomía, temperatura exterior, etc) o Race (cronómetro, mejor vuelta, velocidad máx. alcanzada, etc). Con todo este torrente de información puedes liarte un poco (por la cantidad de datos que aparecen), pero no entiendo por qué carece de indicador de marchas (con una filosofía de moto tan radical y unos medios demoledores, a veces, te olvidas de insertar la 6ª).
En plena era electrónica, la KTM RC8 R es una excelente moto pura (N. de la R. -dícese de aquella montura que no engaña ni falsea la realidad espacio/tiempo/emociones con supersónicos controles de tracción y múltiples curvas de potencia que te hacen creer que eres un buen piloto. Si equipa carburadores, mejor que mejor-) con mucha personalidad. (+)
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