14.7.09

III. Cine y Motos / Easy Rider (1969)







Ahora se celebra el 40 aniversario de una de las cintas más carismáticas y auténticas que ha dado el cine de motor: Easy Rider (en la traducción española se añadió la coletilla “Buscando mi destino”). Un pedazo de historia pura y sin retoques de 94 minutos defendido a ultranza por la contracultura yankee. Joder… es muy buena.

Estrenada un 14 de julio en Nueva York, esta road movie convulsionó a la sociedad desde el primer momento. El valor casi documental de esta película la ha colocado entre las 100 mejores de la historia del cine. Fue unánimemente acogida por la generación hippie como su película de culto, además de obtener un considerable éxito de taquilla y consiguió la Cámara de Oro (premio a la Mejor Ópera Prima) en el Festival de Cannes.

Película de culto donde las haya, Easy Rider fue financiada por Peter Fonda (hijo del reconocido actor Henry Fonda –“Capitán América”-) y dirigida por Dennis Hopper. Con 340.000 $ de presupuesto y las ideas muy claras reflejaron fielmente la realidad de una época que llegaba a su fin. La gente así lo entendió, y obtuvieron más de 60.000.000 $ de recaudación.

La trama narra la amistad entre los motoristas Wyatt (Fonda) y Billy (Hopper) que, tras una operación de cocaína en la que ganan mucha pasta, deciden emprender un viaje en sus motos desde Los Ángeles hasta Nueva Orleans para asistir al Carnaval Mardi Gras. Su travesía por carretera les llevará a componer una fidedigna radiografía del país y a desempolvar la esencia de la cultura americana de la época: dinero, comunas hippies, granjeros, policía, cárcel, norte vs. sur, droga, psicodelia, sexo, rock and roll... Destacable también el papel de George Hanson (Jack Nicholson fue nominado a mejor actor secundario), un peculiar abogado alcohólico que se une al viaje.

El tratamiento fotográfico de Laszlo Kovacs es magistral, con unas localizaciones y paisajes idílicos. La luz, siempre natural, sin aditivos. Easy Rider sentaría las bases del cine americano independiente de los ’70. La inesperada escena final es el culmen de la descorazonadora crítica social de la que hacen gala a lo largo de toda la película. Quizá no esté muy lejos de lo que se pasa hoy: parece que los motoristas seguimos siendo los malos de la película…

1 comentario:

Anónimo dijo...

A esto llamo yo una vida entregada en cuerpo y alma a las 2 ruedas. Que pasada de motos que has tenido.
Me he quedado en esta entrada por que yo soy fan de las custom, tengo el casco del Capitán America y, algún día, me traeré una de los USA, Algún día… Ese es mi sueño.
Felicidades por tu blog.
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